Ya no quema, es demasiado.

No prometamos no hacernos daño, probablemente nos decepcionemos, no prometamos querernos por siempre, la viga está atravesándonos. Por más que intente, no olvido, no se olvida el dolor, se supera, pero nunca olvido, olvidar jamás, que olvidar sería fácil, más para ti. Permanezco, permanezco en ti, tu en mí, en mi no hay más, quizás flotan pero no se palpan, no se palpan las mareas y aun estoy, contigo.

Si fuera dueña de mi silencio, no podría ser esclava de mis palabras

Ayer, ayer cuando lo vi. El olor era el mismo, su cara, su cuerpo, tal y como lo recordaba. Ese dolor de estómago, mariposas que dicen sentir, volvían a mi otra vez, y aún persisten, mitigando a la confusión, al dolor, a la perdida de cordura nuevamente. Y recordamos junto al sol nocturno artificial, con sus rayos molestos, dentro del que en algún momento fue cuna de nuestras aventuras, nuestros pecados, el traslado a los callejones angostos, vacíos, aislados. Y recordamos, cuánto había para recordar! Cada lugar, cada viaje, cada cama, cada silencio... balas al aire, sin frío al desnudo, riendo de lo que alguna vez estuvimos apunto de llorar, y nos sonaba a un ayer, cuando ya ha pasado un año. Y luchaba contra mis "yo", tiritaba cuando me desprendía de la omisión, y se pasó cuando me arriesgué... me acostumbré tanto a los suyos, que los de otro me descolocaron, aquellos que admiraba, aquellos de historias, aquellos. Y acá estoy, suponiendo un mañana, sin ninguna certeza de que podría pasar. El pasado volvió.

Y mi vida ya no es vida

Gris es, gris el rincón de mí, donde yacen con desdén las más olvidadas cortinas de la soledad. Y me mira, me miran, disimulando una visita rápida, creándome situaciones sin olvido, ni remedio, insitando a la locura. Sin procrear, lentos en la arena atrapando ilusiones, y ¡cómo soy buena en ese juego!, un juego con final aparente. Me como las lágrimas, las masco, las saboreo, las escupo, y me persiguen por el resto del día, empapándome. No me puedo acercar, no, protegida por la mentira, engañada, ha sido desleal, por el lado que se le mire, y aún. De donde saco fuerzas, y las ganas de querer poseerlas, de donde obtengo vida, si no tengo ni voz ni llanto, lágrimas mudas, gritos ciegos, y qué, si no hay más.

A pesar de todo...

A pesar de todo, me ha atrapado en un sin fin de buenas sensaciones,
y quizás por el sólo hecho de sonreírme, no podría verme sin él.
Sin mirar lo que oculta, él es mucho mejor de lo que esperaba,
es mejor que el que soñaba, y más que eso, es parte de mí.

Cómo lo quiero, como lo sueño, lo necesito, lo deseo,
pareciera que cada lágrima valiera la pena, a pesar de todo.
Y aquí estoy nuevamente, escribiéndote, porque todo lo has sido tú,
todo lo mío es tuyo y yo ya no pido nada, a pesar de todo.

Porque cada palabra es para ti, cada pensamiento, cada sonido,
desde un principio, porque desde antes que te soñaba, a pesar de todo.
Y cómo dolerá, extrañarte, dolerá no tocarte, te tendré por poco,
y aún así serán infinitas las horas, si estoy contigo.

Porque has sabido ser mejor, que una tarde de silencio, una copa de vicio,
una noche de sueños, un amanecer visto, porque amanecería todos los días,
el sol no se aburre de tí, y se ríe de mí, se burla de mi, sin embargo,
sin embargo, sabe que estoy feliz.

Duele, duele más.

No sé si duele más,
recordar lo que hizo y ver que sigue el juego,
o no superar mi egoísmo y no poder terminar con el juego.

Es una sensación asquerosa, me ahoga,
me aprieta la garganta, me desgarra.

No quiero que llegue a su fin, no me conviene,
pero duele, como si no pudiera avanzar.

Para mí, para tí.

Qué difícil es seguir, querida,
cuando ya no hay dios al cual recurrir,
y si mis lágrimas han perdido la luz,
es porque ya nadie las ve.
Agachar la cabeza, ante tantas situaciones,
dejarme llevar por el otro, como un maniquí,
y si no he sabido hacerme valer,
es porque a nadie le interesa.
Tu ves, no soy más que nadie,
simple y compacta, todo a la vez,
quien opinión no tiene,
quien no sabe sentirse bien.
Y más si pudieran escuchar mi voz,
ya no valdría la pena,
muy tarde sería después de tantos gritos,
ya me habré enmudecido.

A veces me pregunto dónde andará mi cordura,
que es lo que hago mal, cual es mi enfermedad,
estoy muriendo de soledad entre tanta gente,
nadando de coraje en coraje, de brisa en llanto,
ahogándome sin mar, quemándome sin fuego.
Que mal se siente la soledad, cuando ya te resignas a quedarte con ella.

De ti depende, la curva de mis labios,
manipulas mis sentidos, pesares, verdades,
de ti depende, que mi día tenga luz,
de ti depende, que mi cuerpo no tiemble, y tiemble también.

Porque de todo te haz adueñado, ya estoy vacía,
con la cabeza en tres mundos, suspirando de dolor,
pero no de sufrimiento, y aún sigo sonriendo ante ti.

Porque la indiferencia quema más que el fuego,
y le distancia me congela, y ya no siento igual,
mi presentimiento cambia.

De ti depende, devolverme a la vida,
pero de mí depende querer vivirla,
porque como Paulo dice, no existe el amor en paz,
y el nuestro está en conflicto.